En “EL DIARIO DE HUESCA” fue publicado en el año 1935 un curioso artículo
referente a las fiestas en la localidad de Lamata. Los tiempos van cambiando a
un ritmo acelerado, incluso en la forma de ser y pensar de la sociedad. Lo que
era políticamente correcto en 1935 ya no lo es en el 2015. Ha habido cambios
positivos y negativos. Ya me gustaría que en la actualidad Lamata y los pueblos de alrededor tuvieran la
vitalidad de 1935. A continuación publico el contenido del citado artículo:
Día
del Rosario. Tiempo inmejorable; fuerte volteo de campanas se oye: es la
víspera anunciando este gran día en que Lamata celebra sus fiestas. Llega la
música y, anochecido, un alborozo callejero se apodera de todo el pueblo,
cantándose jotas alusivas al acto.
El día
6 se celebran, por la mañana, solemnes actos religiosos, en los que ofició don
Jaime Puicercús, culto párroco de Ligüerri del Cinca, por ausencia de nuestro
párroco don Tomás Lorés, quien tan pronto como pudo vino a dar realce a los
actos festivos con su característica simpatía.
Apenas
terminados estos actos, este rincón de Aragón y flor de Sobrarbe, se ve
invadido por numeroso gentío de pueblos cercanos, envuelto en una alegría y
dispuesto a agrandar con su presencia los festejos.
Estos
han sido múltiples y variados, pues ha habido para todos los gustos, reinando
en todo momento una armonía y cordura.
La
juventud no pudo inhibirse (imposible), ante los gratos y variadísimos
bailables que, bajo los acordes de la música que interpretaba la renombrada
orquesta de Naval, que tan acertadamente dirige don Sebastián Villar, se le
brindaba. Diarias y nocturnas fueron las sesiones de culto a Terpsícore,
derrochando alegría en extremo, ya que a ello invitaban la belleza y simpatía
de Consuelo Olivera, de Suelbes; Gabina Buil, de Hospitalet; Mercedes Clemente,
de Castejón de Sobrarbe; María Juste, de Ligüerri; María Casares, de Erípol;
María Raso, Águeda y Pilar Clemente, Pilar Bistué, Asunción Rámiz, Carmen
Solanilla, María Puyarruego, Ascensión Solano, de Lamata, y hermanas Pilar,
Rosalía y Ángela Pardina, que por enfermedad de su querido padre, ya mejorado,
no pudieron participar, con mucho sentimiento del sexo fuerte, en estos actos.
Muy
grato nos es haber podido presenciar a Lamata en fiestas, ya que ha quedado
bien probado su desprendimiento con quien le visita y la simpatía que le
caracteriza.
SANTOS BOÓ, 12-10-1935
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