En el último
boletín de DARA (Documentos y Archivos de Aragón), Novedades nº 18, páginas 20-21, enero 2018, me han publicado un
artículo titulado “La memoria de Sobrarbe”. Agradezco que desde DARA me
ofrecieran colaborar con un artículo.
Enlace al boletín:
Los papeles de la Casa: archivos
personales y familiares aragoneses.
Este es el
texto:
A partir de
la segunda mitad del siglo XVI los notarios comenzaron a dar copia en papel de
los documentos que generaban, lo que favoreció que se generalizara la creación
de archivos familiares.
En la época
medieval, y primera mitad del siglo XVI, debió ser poco usual la realización de
copias de documentos. En aquellos momentos los asuntos más importantes quedaban
reflejados en pergaminos que, en la mayor parte de los casos, fueron
reaprovechados una vez que la información que contenían dejó de ser útil.
En Sobrarbe
son muy escasos los pergaminos en casas particulares, salvo excepciones, como
en una vivienda de Guaso en la que hubo más de medio centenar (ahora están en
Barcelona, junto con sus propietarios). En ellos se habla de compraventas,
capitulaciones matrimoniales, homenajes al señor del pueblo, préstamos, etc., datados entre 1455 y 1550.
Del siglo
XVI al XIX se fue acumulando documentación que se conservaba en un arca, a
veces arqueta. Estos papeles eran muy importantes cuando el dueño de la casa
era infanzón, porque con ellos podía demostrar una nobleza que le reportaba
beneficios económicos y sociales. Los documentos tenían gran valor y estaban
guardados bajo llave. A veces los procesos de infanzonía y las compraventas provocaban
la transferencia de documentación de una casa a otra, servían para unos y
dejaban de tener utilidad para otros.
Antiguamente,
los notarios guardaban en su casa los protocolos notariales que iban generando.
Los protocolos eran heredados entre familiares notarios, a instancia y mediante
aprobación del concejo del que dependían. En la segunda mitad del siglo XIX se
crearon los archivos notariales, pero muchos de estos archivos particulares se
mantuvieron, al menos en parte. Hay varias familias de Sobrarbe que conservan
unos pocos protocolos generados por sus antepasados.
En el siglo
XX, la Guerra Civil supuso un momento crítico para estos archivos, muchas
familias acomodadas lo pasaron mal e incluso decidieron quemar sus documentos
familiares para evitar problemas con los elementos republicanos más exaltados
que constituían una minoría, pero a su vez eran los que tenían mayor poder
decisorio.
En la zona
de Bielsa y Broto la guerra fue más cruenta e incluso, en 1938, fueron
incendiadas muchas casas, unos dicen que debido a los bombardeos de los
sublevados, otros indican que fue el resultado de una política de tierra
quemada aplicada por los que iban en retirada.
Una vez
acabada la guerra, la pobreza, a veces miseria, se instaló en el territorio. En
muchas casas los papeles viejos dejaron de valorarse, a veces fueron utilizados
para encender el fuego, incluso se llegaron a usar como papel higiénico.
Algunos archivos se salvaron gracias a que fueron olvidados en la falsa o
desván, como algo inútil; en algunos casos las ratas y las goteras deterioraron
documentos.
En los años
60 la despoblación se cebó con amplias zonas del territorio. La mayor parte de
los que marcharon no se llevaron consigo los viejos papeles. Algunos los
quemaron y otros los abandonaron a su suerte. Los anticuarios fueron pasando
por las casas abandonadas. Se llevaban también la documentación antigua que
luego vendían a precio de papel. Un vecino de Banastón compró, en los años
setenta, documentos de casas de Clamosa y Puy de Cinca, en su mayoría del siglo
XIX y primer tercio del XX.
En el
presente se estiman de nuevo los documentos antiguos, ahora se les da valor
económico, histórico y familiar. Hemos pasado al otro lado de la balanza, se
valoran tanto que no se considera adecuado que se sepa de su existencia e
incluso se cree inapropiado que otros, ajenos a la casa, obtengan información
de ella. Conozco varios casos de familias que poseen documentos antiguos y no
quieren que sean estudiados.
Tengo la
suerte de haber accedido a la consulta de más de 20 archivos particulares,
pertenecientes en su mayoría a familias de la mitad sur de Sobrarbe, que es la
zona que mejor conozco. Su conservación y amplitud documental difiere mucho de
unos a otros. En cuanto al contenido de estos archivos, es de tipo económico y
genealógico, reflejando importantes datos de la evolución de la casa y de las
personas que en ella vivieron, su estatus social. Abundan los capítulos
matrimoniales, dotes, compraventas, ejecutorias y reconocimientos de
infanzonía, testamentos, beneficios, censales, etc. A veces aparece otro tipo
de información más curiosa como hijos donados, oficios peculiares, contratos
para librarse de realizar el servicio militar, etc. Otras veces se conserva
información municipal o de los concejos y sus actividades; hay que tener en
cuenta que en muchas localidades no hubo archivo municipal hasta llegado el
siglo XIX. También es de destacar la correspondencia familiar, y los libros de
cuentas, habitualmente ligados a casas con buen nivel económico, generalmente
de los siglos XVIII a XX.
En
definitiva, los archivos familiares constituyen una herramienta fundamental
para elaborar la historia local, contribuyen a un mejor conocimiento del
devenir histórico de nuestro territorio.