El
señorío de Villanova recayó en los Bardaxí en el siglo XV, por vía de
matrimonio. En 1508 esta familia vivía en la localidad de Plan. A mediados del siglo XVI tenían gran poder económico y
social, residiendo en Benabarre; estaban emparentados con otros señores de la
zona. La guerra civil desatada en La Ribagorza (1578-1591), entre los
defensores y detractores del conde de Ribagorza, fue nefasta para esta familia,
aliada del conde, ya que finalmente salieron perdedores, falleciendo en combate
el señor de Villanova, que era justicia general del condado, siendo derruidas
sus casas torreadas en Plan y Villanova en torno al año 1590. Por si esto fuera
poco, tras la muerte del heredero, sus hermanos rivalizaron por la herencia
familiar en 1595, solventando el problema con una sentencia arbitral.
A principios del siglo XVII el señor de Villanova residía en Aínsa. Los problemas no acabaron puesto que el hijo, nombrado heredero en el momento de contraer matrimonio, falleció pronto, habiendo pleitos por la dote traída por su esposa, hija del señor de Castarné. En 1605 fue nombrado heredero otro hermano, casado con una mujer de familia muy rica, llegada desde Benasque. De este matrimonio quedó un hijo que sería el que daría continuidad al linaje. Su madre, viuda, decidió contraer matrimonio con el señor de Pradilla, domiciliado en Zaragoza, llevándose la dote aportada a su primer matrimonio. Esto supuso serios problemas para su hijo, no pudiendo disponer de las rentas del señorío de Villanova. Este señorío pasó por varias manos hasta que, finalmente, lo compró en 1640 Juan Esmir, infanzón domiciliado en Graus, suegro de Joan Francisco Bardaxí. En estos momentos los Bardaxí residían en Graus, estando emparentados con los Esmir. Esta relación se afianzó en la siguiente generación, pasando a residir en Barbastro.
El
año 1664 fue importante puesto que el heredero del señorío de Villanova
contrajo matrimonio con una rica vecina de Puyarruego, fijando allí su
residencia. Tras su fallecimiento, el señorío recayó en un hijo suyo que vivió
poco y no era el heredero de la casa de Puyarruego, pasando a heredar el
señorío otro hijo que ejercía como rector de Puyarruego. Desde 1694, hasta
mediados del siglo XVIII, los clérigos de la familia residente en Puyarruego
eran los señores de Villanova, lo que llegó a suponer una merma de ingresos
importante para la casa puesto que estos clérigos eran amigos de grandes gastos
en entierros, capellanías y capillas.
Con Juan Jospeh de Bardaxí y Barrau, que contrajo matrimonio en 1758 con Mª Ana
de Azara, el señorío de Villanova, por fin, recayó en el heredero de la casa de
Puyarruego, aunque en 1761 marcharon a vivir a Graus al recibir en herencia los
bienes que habían pertenecido al señor de Abenozas. Comenzaban, en Graus, los
mejores años de los señores de Villanova y su familia, aunque no faltarían los
problemas...
Más información en la revista "Sobrarbe", nº18, pp.159-199.