sábado, 1 de junio de 2013

Apellidos San Juste y Maza de Lizana, en Abizanda


 
El apellido Sanct Just, que luego derivó a San Juste, o Juste, se documenta en la localidad de Abizanda desde muy antiguo. Posiblemente el origen del linaje esté en las “Casas de San Juste”, ya deshabitadas a mediados del siglo XVI, ubicadas dentro del monte de Abizanda, al sureste, junto al pantano de El Grado. En el año 1976 aún existía una ermita románica que indicaba el lugar donde estuvo el pueblo, la cual fue dinamitada al año siguiente en unas maniobras militares, acto que denota una elevada incultura.

En el año 1555 había dos familias en el barrio de Solanilla de Abizanda cuyo dueño se apellidaba Sanct Just; se trataba de Jayme Sanct Just (sería la desaparecida casa Miterio) y Domingo Sanct Just, equivalente a la actual casa Fumanal, rebautizada como “La Demba”.

Domingo Sanct Just y su familia tenían una buena posición económica lo que posibilitó que Miguel San Juste, hermano de Domingo, estudiara y acabara siendo clérigo. Mosén Miguel San Juste fundó una capellanía.

La capellanía de Mosén Miguel San Juste.

La institución de la capellanía, bajo la invocación de San Juan Bautista, fue realizada en el año 1574, dando fe el notario Antón Naya, vecino de Castejón de Sobrarbe. Mosén Miguel San Juste, natural y vecino de Abizanda, viendo su muerte próxima, dispuso que se celebraran por su alma 175 misas anuales en la iglesia de Santa María la mayor del lugar de Abizanda, a ser posible en el altar de San Juan. “Deberán ser misas de tabla, es decir, a título de servicio y no de beneficio”

Nombró como primer capellán de las misas de tabla a su sobrino Pedro San Juste, estudiante y bachiller en cánones, hijo de su hermano Domingo San Juste que por aquel entonces era alcalde de Abizanda. A su sobrino le dejó en herencia el usufructo de sus bienes y una casa mandada construir por él en el lugar de Abizanda, en Cabo La Peña, junto a la Iglesia y castillo de dicho lugar de Abizanda, “que limita con casa del reverendo mosén Guillén de Suelves que es rector de Abizanda, con casa de Pedro Mediano y vía pública”. Mosén Miguel dispuso que una vez fallecido su sobrino Pedro, el presbítero encargado de la capellanía tendría que ser el pariente clérigo más próximo descendiente de la casa de su hermano Domingo San Juste, ubicada en el barrio de Solanilla, la cual “limita con casa de Domingo Crabero, casa de los Herederos de Jayme San Juste y vía pública”. “En caso de extinguirse los San Juste y sus parientes, entonces las misas deberán ser celebradas por el clérigo apto más viejo y natural de Abizanda”. También quiso que cualquier discrepancia en el asunto del nombramiento de capellán lo resolvieran sus patrones.  Nombró como patrones de la capellanía a su hermano Domingo (en su defecto a su sucesor) y a los dos jurados de Abizanda, los cuales recibirían 5 sueldos anuales como pago de su trabajo. El obispado de Barbastro supervisaría el buen cumplimiento del capellán y por ello percibiría cinco sueldos anuales.

Para el pago al capellán por la celebración de las 175 misas, y a los patrones y al obispado por sus servicios, Mosén Miguel San Juste dispuso que se utilizara el dinero que él había ahorrado a lo largo de su vida, y que tenía en forma de préstamos o censales a diversos concejos y particulares. Mosén Miguel había dejado en préstamo 6200 sueldos jaqueses por los cuales percibía una pensión anual, en concepto de intereses, de 310 sueldos (5%). Le debían dinero los concejos de Castejón de Sobrarbe, Escanilla-Lamata, Paúl-Montarnero, Mipanas, Abizanda y Puy de Cinca, y también varios particulares: Pedro La Olibera, Miguel Buil y Juan Pérez, vecinos de Abizanda, y Juan de San Mitier, de Lamata.

La llegada a Abizanda de los Maça de Liçana, también conocidos como Maza de Lizana o, simplemente, Maza.

Domingo San Juste dejó como heredera a su hija María la cual contrajo matrimonio con Joan Maça de Liçana, que parece ser vino desde el valle de Chistau. Este matrimonio nombró heredero a su hijo Joan Maça de Liçana y San Juste, quien casó con Isabel Pérez, hija del “Señor de Puyarruego”.

 

Testamento de Mosén Pedro Maza de Lizana, rector que fue de Abizanda.

En el año 1605, ante el notario Juan Aguasca y varios testigos, Mosén Pedro Maza de Lizana, alias San Juste, rector y vecino del lugar de Abizanda, presentó una plica de papel (su testamento), cerrada, cordada y con dos sellos alrededor con hilo blanco, impresas con ostia blanca. El documento no podría ser leído ni publicado mientras él viviera.

En enero del año 1606 falleció Mosén Pedro. A instancia de Pedro Maza de Lizana, alias San Juste, menor de días, sobrino del cura, el notario junto con unos testigos se reunieron en la abadía de Abizanda. Allí, en un aposento junto a la cocina, al cual se accedía por una sala, estaba en el suelo, amortajado con vestimenta sacerdotal y una cruz en las manos, el cadáver de Mosén Pedro Maza de Lizana. Pedro Maza, sobrino, dijo que sospechaba que su tío lo había nombrado heredero de sus bienes y hacienda. Una vez realizadas todas las formalidades, se procedió a abrir el testamento sellado. Entre otras cosas, Mosén Pedro dispuso que su cuerpo fuera enterrado en la iglesia parroquial de Abizanda, al pie de las gradas del altar mayor. Para los días de su defunción, novena y cabo de año serían llamados a cada acto diez clérigos y a cada uno de ellos se le compensaría con seis sueldos. Quiso que le fueran dichas las misas de la novena y también le “lleven candela y añal como es uso y costumbre”. Dispuso que se hicieran por sus culpas y pecados dos trentenos mayores (60 misas), las misas de las llagas, de los siete gozos y de la Santísima Trinidad; todo ello pagado con sus bienes y hacienda.

Dejó, de gracia especial, 500 sueldos jaqueses, en concepto de dote, a su sobrino Miguel Maza, hijo de Domingo Maza y Francisca Arnal, “el cual vive en casa de su hermano Juan Maza”. A su hermana Gracia Maza le donó 100 sueldos jaqueses. A su sobrino Juan Maza, de la Fuente, le dio 50 sueldos. A Juana de Serras, su casera, le ofreció la posibilidad de ser alojada y mantenida en la casa de su heredero y a cambio ella tendría que trabajar en lo que buenamente pudiera.

Mosén Pedro nombró heredero universal de sus bienes a su sobrino Pedro Maza de Lizana, hijo de los difuntos Domingo Maza y Francisca Arnal, vecinos que fueron del lugar de Abizanda. El sobrino Pedro heredó una casa con patios, en el lugar de Abizanda (actual Casa Carlos), en la partida llamada La Plaza, “que limita con vía pública y el barranco de Riazuelo”. El sobrino Pedro también quedó como propietario de todos los censales, campos, viñas, comandas, albaranes etc. de su difunto tío.
 

 

Conclusiones

Como vemos, en la segunda mitad del siglo XVI y principios del XVII, los San Juste y después los Maza de Lizana dominaron económicamente en Abizanda, ocupando los cargos principales en el pueblo, tanto en lo eclesiástico como en lo civil.

En el siglo XVI, en lo que respecta a la onomástica, era habitual la repetición de nombres, por ejemplo en las familias San Juste y Maza de Lizana se repitieron mucho los nombres de Pedro, Domingo, Miguel y Juan. Esta costumbre ha pervivido hasta etapas recientes.

Los Maza de Lizana y San Juste emparentaron con casas de alto nivel económico, teniendo predilección por el apellido Pérez-Périz. Vemos cómo estaban emparentados con los Pérez de Puyarruego, Pérez de Aluján y Pérez de la Aldea de Puy de Cinca. Quizá los Pérez de este territorio tuvieran un origen común. En el siglo XVI pertenecían a la “alta sociedad” sobrarbesa.

El trabajo como rector de una parroquia estaba muy bien remunerado. Había muchos ingresos monetarios anuales, sobre todo derivados de las misas por los difuntos. El dinero que obtenía el rector lo prestaba a concejos y vecinos solventes (con tierras), lo que le propiciaba una renta anual o beneficio del 5% de la cantidad prestada.

Los curas nombraban heredero de sus bienes a un sobrino, generalmente al heredero de su casa natal, aunque no siempre, por ejemplo Mosén Pedro Maza de Lizana mandó construir una casa torreada que es la que dio en herencia a su sobrino Pedro. Cuando un cura disponía de mucho dinero prestado en forma de censales, entonces era habitual que fundara una capellanía con la cual se celebraban misas por su alma y a su vez el cura capellán era de la familia, con lo que todo quedaba en casa, aunque a veces no era así. Los curas solían ser enterrados dentro de la iglesia.

En Sobrarbe las grandes fortunas no salieron del trabajo de la tierra y de la ganadería, sino de los notarios y clérigos que cobraban mucho dinero por sus servicios. Las casas ricas sabían esto y procuraban que al menos un hijo estudiara una carrera. Los agricultores y ganaderos llevaban una vida generalmente sacrificada y la mayoría trabajaban para poder comer, dotar a las hijas-hijos y pagar los préstamos e impuestos. Casi todas las casas torreadas se construyeron con dinero ganado por clérigos y notarios. Las torres defensivas responden a una moda (quizá también a una necesidad), siendo un símbolo de poder y distinción.
 

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