miércoles, 13 de agosto de 2014

El sepulcro de ÍÑIGO ARISTA, REY DE PAMPLONA Y SOBRARBE


¿Quién fue Íñigo Arista?
Se trata de un personaje histórico, del siglo IX, envuelto en leyendas. Se le considera el primer rey de Pamplona y al mismo tiempo uno de los antiguos reyes legendarios de Sobrarbe, el quinto. Es complicado acceder a la historia verdadera de este rey, puesto que muchos documentos que hablan de él son falsos.
En un manuscrito del siglo XVII (en adelante MS 3130), conservado en la Biblioteca Nacional de España, se afirma que: “Íñigo Ximénez Arista fue rey de Sobrarbe entre los años 840 y 867. Estuvo casado con Dª Toda, infanta de León. Fue enterrado en San Victorián, y otros dicen que en San Salvador de Leyre”.
El mismo autor del MS 3130 dice que primitivamente el rey era conocido como Íñigo Ximénez, si bien luego se le llamó Íñigo Arista; ello se debe a esta leyenda:
Un caballero de su milicia dijo: “la arista no se enciende ante el fuego como mi Rey en las guerras de los moros”. Oyendo esto, otro caballero dijo: “La arista para el fuego, e Íñigo para los moros”. Desde entonces al Rey se le denominó Arista en vez de Ximénez.
En definitiva, se afirma que fue apodado Arista “porque al tiempo de entrar en las batallas se encendía tanto como se enciende la arista del trigo a la lumbre, y por ser valiente”.
¿Puede ser que Íñigo Arista guerreara en Sobrarbe, muriendo en una batalla, cerca de Araguás? Es poco probable que así fuese, aunque no se puede descartar.
En el año 1372, el supuesto cuerpo de Íñigo Arista se trasladó a San Victorián desde Araguás, ordenando el Rey Pedro IV a los vecinos de Aínsa que acudieran a su traslado. Pedro IV el Ceremonioso donó un paño para ser colocado sobre el sepulcro, con las armas de los antiguos reyes de Aragón, con la cruz que pasó a denominarse Cruz de Íñigo Arista.
 
El Monasterio de San Victorián
El Monasterio de San Victorián pertenece al municipio de El Pueyo de Araguás y forma parte de la localidad de Los Molinos. Se emplaza a más de 1000 metros de altitud, en la falda meridional de Sierra Ferrera. Este monasterio quizá sea el referente histórico más importante de la comarca de Sobrarbe. Las leyendas que se han creado a su alrededor contribuyen a incrementar el misterio y el interés. La historia de este monasterio es muy larga y ha sido estudiada por diversos investigadores.
Cuando uno visita por primera vez San Victorián, se sorprende de su ubicación y la gran amplitud visual que se contempla, siendo reseñable su buena orientación solana; podríamos decir que se trata de un paisaje pintoresco. También sorprende el aparente estado de abandono del conjunto, en buena parte ruinoso. Personalmente, quedé un poco decepcionado cuando visité el interior de la iglesia, esperaba mayor nivel artístico en su arquitectura, acorde con la fama del edificio y su importancia histórica.
En el interior de la iglesia lo que más me llamó la atención fue un sepulcro ubicado en el brazo norte del crucero, elaborado con un tipo de piedra que no se encuentra a muchos kilómetros a la redonda. A simple vista me pareció que se trataba de mármol o alabastro blanco; no inspeccioné en detalle.

 
Algunos investigadores han escrito que este sepulcro es del siglo XVIII. No sé en qué se han basado, si en los lambrequines que adornan los escudos o acaso el estilo de la obra les ha llevado a esta conclusión. En función de las figuras que hay grabadas en los escudos del sepulcro, podría tratarse de una obra del siglo XIV o XV, o una “copia” de una obra medieval, aunque está claro que me puedo equivocar, puesto que en Sobrarbe el 99% o más de las representaciones heráldicas fueron elaboradas a partir del siglo XVI. Lo que sí que tengo claro es que los tres escudos grabados son bastante peculiares en su morfología, con un estilo diferente a los que he visto en otros puntos de la comarca. El escudo o piedra armera que está en la portada de la iglesia del Monasterio, del siglo XVIII sin discusión, es de mucha mayor calidad que los existentes en el sepulcro en cuestión, de ornamentación, litología y morfología diferente, lo mismo que el timbre.

El sepulcro y sus tres escudos, alusivos al rey Íñigo Ximénez Arista.
El sepulcro parece demasiado humilde como para albergar los restos de un rey. Tiene forma de caja rectangular, ligeramente elevada del suelo, y posee como tapa o cubierta una losa. Parece ser que antiguamente hubo en él una inscripción pintada: “Sarcophagum D. Enneconis Aristae Regis V Suprarbiensis” (Sarcófago de Íñigo Arista, quinto rey de Sobrarbe).
En la tapa, en posición central, hay un escudo con la cruz de Íñigo Arista o señal antiguo del rey de Aragón. En la cara frontal exterior y principal del sepulcro hay esculpidos dos escudos que creo hacen referencia a los Ximénez y Arista. En total hay tres escudos que paso a describir y comentar:

1. Piedra armera con la Cruz de Íñigo Arista, Señal antiguo del rey de Aragón

 
Escudo de cabecera cóncava y base apuntada. Campo ocupado por una cruz patada, apuntada en el brazo inferior, y adiestrada. Al timbre corona real, abierta. Lambrequines vegetales.
El escudo con la Cruz de Íñigo Arista, también conocida como “Cruz de Aínsa”, supuso una novedad heráldica introducida en el siglo XIV. Se le consideraba “el señal antiguo del rey de Aragón”. Se trata de un escudo con campo azur, ocupado por una cruz patada de plata, apuntada en el brazo inferior y adiestrada en el cantón del jefe. Esta información nos asegura que el sepulcro no puede ser anterior al siglo XIV.
La leyenda dice que a Íñigo Arista le fue enviada una señal del cielo, puesto que estando en los montes Pirineos y en Sobrarbe, vio en el cielo sereno una cruz blanca que le indicó la ubicación de la batalla que se desarrollaba cerca de la localidad de Araguás.

2. Escudo de los Ximénez

 
Es ovalado, con el eje mayor horizontal. Campo ocupado por una espada en faja. Al timbre corona real, abierta. Lambrequines vegetales en los laterales.

Este escudo es el de interpretación más problemática. Creo que se trata de las primitivas armas de los Ximénez. En el MS 3130 hay dibujados varios escudos de los Ximénez y el autor indica que el más antiguo que él vio en un papel viejo es “de los Ximénez de las montañas y de Galicia”, que ya estaba fuera de uso en el siglo XVII. En este escudo antiguo, en campo de gules, aparecen en posición central dos espadas en aspa. De ello se deduce que la espada fue la figura principal y primitiva presente en el escudo de los Ximénez. Por tanto, si la leyenda dice que Íñigo Arista antes se llamó Íñigo Ximénez, es normal que este escudo aluda al apellido Ximénez.

3. Escudo de los Arista

 
Escudo de contorno circular a oval. Campo ocupado por tres espigas enlazadas en su base. Al timbre corona real, abierta. Lambrequines vegetales en los laterales.

En el MS 3130, en referencia a Íñigo Arista y su escudo se dice: “Este señor tomó a los principios por armas tres espigas con sus cañas de oro, en campo rojo”. Por tanto, este escudo representa las armas primitivas de Íñigo Arista.

Conclusiones
El sepulcro con motivos heráldicos que hay en San Victorián de Sobrarbe alude plenamente a Íñigo Ximénez Arista. No cabe duda que el sepulcro se hizo pensado en él y en su historia legendaria. Otra cosa bien diferente es que realmente albergara su cuerpo.
Me pregunto por qué en el sepulcro no se dibujaron las armas del Reino de Sobrarbe (la carrasca arrancada sumada por una cruz latina) habida cuenta que la leyenda dice que Íñigo Arista fue rey de Sobrarbe. La mejor respuesta que se me ocurre es que el sepulcro fue diseñado con anterioridad al siglo XVI. El escudo de Sobrarbe se documenta por primera vez, en heráldica, en el año 1499 y se puso de moda en el siglo XVI, primero presente en edificios colectivos y más tarde, sobre todo en el siglo XVIII, en diversos escudos de varios linajes.

Por tanto, podría ser que este sepulcro de Íñigo Arista hubiera sido realizado en el siglo XIV, año 1372, con motivo del traslado oficial, desde Araguás hasta San Victorián, del supuesto cuerpo del rey pamplonés.
Si nos atenemos a la decoración, lambrequines, de los conjuntos heráldicos, el sepulcro encaja mejor en el siglo XVIII, incluso la morfología de los escudos no es la típica medieval.
 
 
 

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